El principio del 10%

Teníamos una clase en la Universidad después de Semana Santa. Como la mayoría de los alumnos había viajado, todos estaban ansiosos por contar las novedades a los compañeros. La excitación era general.

Un viejo profesor entró en el salón e inmediatamente percibió que tendría dificultad para conseguir silencio. Intentó comenzar la clase, pero no lo logró.

Con paciencia,  volvió a pedir silencio educadamente. No resultó, ignoramos la solicitud y continuamos con la conversación.

Ahí fue cuando el profesor perdió la paciencia y nos regañó, como nunca lo hizo antes.

“Presten atención porque voy a decir esto una sola vez”, dijo, levantando la voz.

Un silencio de culpa se instaló en todo el salón. El profesor continuó:

“Desde que comencé a enseñar, hace ya muchos años, descubrí que nosotros los profesores realmente trabajamos con apenas el 10% de los alumnos de una clase. En todos estos años observé que de cada 100 alumnos, apenas 10 son realmente aquellos que hacen alguna diferencia en el futuro, apenas 10 se vuelven profesionales brillantes y contribuyen de forma útil en la sociedad. El otro 90% sirve solo para hacer volumen. Se vuelven mediocres y pasan por la vida en trabajos rutinarios, sin dejar nada significativo.”

“Lo interesante es que este porcentaje vale para todo el mundo. Si ustedes observan su alrededor, notarán que de 100 profesores, apenas 10 son aquellos que hacen la diferencia; de 100 médicos, apenas 10 son excelentes; de 100 ingenieros, apenas 10 son verdaderos profesionales; y podría generalizar más: de 100 personas, apenas 10 son verdaderamente especiales.”

“Es una pena muy grande no tener cómo separar este 10% del resto, pues si eso fuera posible, dejaría apenas los alumnos especiales en este salón y mandaría a los demás afuera; entonces tendría el silencio necesario para dar una buena clase y dormiría tranquilo, sabiendo que he invertido mi esfuerzo en los mejores. Pero desgraciadamente no hay cómo saber cuáles de ustedes son esos alumnos especiales. Solo el tiempo lo dirá. Por lo tanto, tendré que conformarme e intentar dar una buena clase para todos, a pesar del desorden que causa el resto. Claro que cada uno de ustedes siempre puede elegir a cuál grupo quiere pertenecer. Gracias por su atención y vamos a continuar con la clase de hoy.”

No es necesario contar el silencio que hubo en clase y el nivel de atención que el profesor consiguió después de aquel discurso. El regaño nos tocó a todos, pues los alumnos tuvieron un comportamiento ejemplar en todas las demás clases, hasta el final del curso. A fin de cuentas, ¿a quién realmente le gustaría ser un mediocre, una parte del montón?

Hoy no recuerdo en detalle el contenido de esas clases, pero del regaño del profesor nunca más me olvidé. Para mí aquel profesor fue uno del 10% que hicieron la diferencia en mi vida. De hecho, percibí que el tenía razón y, desde entonces, he hecho todo para estar en el grupo del 10%, pero, como dijo él, no hay cómo saber si vamos por buen camino o no, y solo el tiempo dirá a qué grupo pertenecemos.

Sin embargo, una cosa es cierta: si no intentamos ser especiales en todo lo que hacemos, si no intentamos hacer todo lo mejor posible, seguramente seremos otro más del montón.