Unas cuantas anécdotas

Anécdota 1
 
Para tratar de motivar a sus alumnos que se mostraban apáticos en clase, un profesor tomó una jarra de vidrio, de boca ancha y la puso sobre la mesa frente a él. Luego sacó una docena de rocas del tamaño de un puño y empezó a colocarlas una por una en la jarra. Cuando la jarra estaba llena hasta el tope y no cabían más piedras, preguntó:

- ¿Está llena esta jarra?

Todos los asistentes dijeron: 

- ¡Sí! 

Entonces preguntó:

- ¿Están seguros?

Y sacó de debajo de la mesa un balde con piedras más pequeñas. Echó unas cuantas de esas piedras en la jarra y la sacudió haciendo que las piedras pequeñas se acomodaran en el espacio vacío entre las grandes. Cuando terminó, preguntó una vez más:

- ¿Está llena esta jarra?

Esta vez el auditorio ya suponía lo que vendría y uno de los alumnos dijo en voz alta: 

- Probablemente no.

Continuó el profesor: 

- Muy bien.

Y sacó de debajo de la mesa un balde lleno de arena y empezó a echarlo en la jarra. La arena se acomodó en el espacio entre las piedras grandes y las pequeñas. Una vez más preguntó al grupo:

- ¿Está llena esta jarra?

Esta vez varias personas respondieron a coro: 

- ¡No!

Una vez más el profesor dijo: 

- Muy bien.

Luego sacó un balde lleno de agua y echó agua dentro de la jarra hasta llegar al borde mismo. Cuando terminó, miró al auditorio y preguntó:

- ¿Cuál creen que es la enseñanza de esta pequeña demostración?

Uno de los alumnos levantó la mano y dijo: 

- La enseñanza es que no importa lo lleno que estés de actividades, ya que si de verdad te lo propones, siempre podrás hacer más cosas. 

Replicó el profesor: 

- No. Lo que esta demostración nos enseña es lo siguiente: Si no pones las piedras grandes primero, va a ser difícil colocarlas más tarde.

¿Cuáles son las piedras grandes en tu vida?

- ¿Estudiar para prepararte mejor (y no sólo para pasar los exámenes)?
- ¿Terminar la tesis y graduarte? 
- ¿Trabajar no solamente para ganarte la vida?
- ¿Apoyar alguna causa social, política o religiosa?
- ¿Ayudar al País?
- ¿Enseñar a los demás?

Recuerda poner estas piedras grandes primero, o luego no encontrarás un lugar para ellas. Así que hoy en la noche o mañana al despertar, cuando te acuerdes de esta pequeña anécdota, pregúntate a tí mismo cuáles son las piedras grandes en tu vida y corre a ponerlas de primero en tu jarra.


Anécdota 2

Sir Ernest Rutherford, presidente de la Sociedad Real Británica y Premio Nóbel de Química en 1908 contaba la siguiente anécdota:

Hace algún tiempo, recibí la llamada de un colega. Estaba a punto de poner un cero a un estudiante por la respuesta que había dado en un problema de física, pese a que éste afirmaba con insistencia que su respuesta era absolutamente cierta. Profesor y estudiante acordaron pedir arbitraje de alguien imparcial y fui elegido yo. Leí la pregunta del examen y decía: demuestre cómo es posible determinar la altura de un edificio con la ayuda de un barómetro

El estudiante había respondido: lleva el barómetro a la azotea del edificio y átale una cuerda muy larga. Descuélgalo hasta la base del edificio, marca y mide. La longitud de la cuerda es igual a la longitud del edificio.

Realmente, el estudiante había planteado un serio problema con la resolución del ejercicio, porque había respondido a la pregunta correcta y completamente. Por otro lado, si se le concedía la máxima puntuación, podría alterar el promedio de su año de estudios, obtener una nota más alta y así certificar su alto nivel en física; pero la respuesta no confirmaba que el estudiante tuviera ese nivel. Sugerí que se le diera al alumno otra oportunidad. Le concedí seis minutos para que me respondiera la misma pregunta pero esta vez con la advertencia de que en la respuesta debía demostrar sus conocimientos de física.

Habían pasado cinco minutos y el estudiante no había escrito nada. Le pregunté si deseaba marcharse, pero me contestó que tenía muchas respuestas al problema. Su dificultad era elegir la mejor de todas. Me excusé por interrumpirle y le rogué que continuara.

En el minuto que le quedaba escribió la siguiente respuesta: Coge el barómetro y déjalo caer al suelo desde la azotea del edificio, calcula el tiempo de caída con un cronómetro. Después se aplica la fórmula altura = 0,5 por A por T al cuadrado. Y así obtenemos la altura del edificio.

En este punto le pregunté a mi colega si el estudiante se podía retirar. Le dio la nota más alta.

Tras abandonar el despacho, me reencontré con el estudiante y le pedí que me contara sus otras respuestas a la pregunta. Bueno, me respondió, hay muchas maneras, por ejemplo: Coges el barómetro en un día soleado y mides la altura del barómetro y la longitud de su sombra. Si medimos a continuación la longitud de la sombra del edificio y aplicamos una simple proporción, obtendremos también la altura del edificio.

Perfecto, le dije, ¿y de otra manera?

Sí, contestó, hay un procedimiento muy básico para medir un edificio, pero también sirve: Coges el barómetro y te sitúas en las escaleras del edificio en la planta baja. Según subes las escaleras, vas marcando la altura del barómetro y cuentas el número de marcas hasta la azotea. Multiplicas al final la altura del barómetro por el número de marcas que has hecho y ya tienes la altura. 

Hay un procedimiento más sofisticado: Puedes atar el barómetro a una cuerda y moverlo como si fuera un péndulo. Si calculamos que cuando el barómetro está a la altura de la azotea la gravedad es cero y si tenemos en cuenta la medida de la aceleración de la gravedad al descender el barómetro en trayectoria circular al pasar por la perpendicular del edificio, de la diferencia de estos valores, y aplicando una sencilla fórmula trigonométrica, podríamos calcular, sin duda, la altura del edificio. O si no, atas el barómetro a una cuerda y lo descuelgas desde la azotea a la calle. Usándolo como un péndulo puedes calcular la altura midiendo su periodo de precisión. 

En fin, concluyó, existen otras muchas maneras. Probablemente, la mejor sea coger el barómetro y golpear con él la puerta de la casa del conserje. Cuando abra, decirle: señor conserje, aquí tengo un bonito barómetro. Si usted me dice la altura de este edificio, se lo regalo.

En este momento de la conversación, le pregunté si no conocía la respuesta convencional al problema (la diferencia de presión marcada por un barómetro en dos lugares diferentes nos proporciona la diferencia de altura entre ambos lugares). Como era de esperarse, dijo que la conocía, pero que durante sus estudios, sus profesores habían intentado enseñarle a pensar.

El estudiante se llamaba Niels Bohr, físico danés, premio Nóbel de Física en 1922, más conocido por ser el primero en proponer el modelo de átomo con protones y neutrones y los electrones que lo rodeaban. Fue fundamentalmente un innovador de la teoría cuántica.

Al margen del personaje, lo divertido y curioso de la anécdota, lo esencial de esta historia es que LE HABÍAN ENSEÑADO A PENSAR.


 

Anécdota 3

 

En la Facultad de Medicina, el profesor se dirige a un alumno y le pregunta:

 

"¿Cuántos riñones tenemos?"

 

"¡Cuatro!", responde el alumno.

 

 "¿Cuatro?", replica el profesor, arrogante, de esos que sienten placer en  pisotear los errores de los alumnos.

 

"Traiga un fardo de pasto, pues tenemos un asno en la sala", le ordena el  profesor a su auxiliar.

 

"¡Y para mí un café!", replicó el alumno al auxiliar del maestro.

 

El profesor se enojó y expulsó al alumno de la sala.

 

El alumno era el humorista Aparicio Torelly, conocido como el Barón de Itararé (1895-1971)

 

Al salir de la sala, todavía el alumno tuvo la audacia de corregir al furioso maestro:

 

"Usted me preguntó cuántos riñones 'tenemos'.

 

'Tenemos' cuatro: dos míos y dos suyos. Porque 'tenemos' es una expresión usada para el plural. Que tenga un buen provecho y disfrute del pasto.

 

La vida exige mucho más comprensión que conocimientos. A veces, las personas, por tener un poco más de conocimientos o por 'creer' que lo tienen, se sienten con derecho de subestimar a los demás.

 


Anécdota 4

Durante un curso en la Universidad, el profesor nos hizo un examen sorpresa.

Yo era un estudiante aplicado y contesté rápidamente todas las preguntas, hasta que llegué a la ultima: "¿Cuál es el nombre de la señora que limpia los baños?”

Pensé que seguramente se trataba de algún tipo de broma. Yo había visto muchas veces a la mujer que limpiaba los baños. Ella era baja, morena, como de cincuenta años, pero, ¿cómo iba yo a saber su nombre?

Entregué mi examen, dejando la última pregunta en blanco.

Antes de que terminara la clase, le pregunté al profesor si la última pregunta contaría para la nota del examen.

"Ciertamente.", contestó profesor. "En su vida profesional Ud. conocerá muchas personas. Ellas son importantes para que la sociedad y el país funcionen. Merecen su atención y respeto, aunque solo le sonría o le diga ¡hola!"

Nunca olvidé esa lección. También averigué que su nombre era María.


Anécdota 5

Extraída de “Cuentos para regalar a personas inteligentes”

Un inspector del Ministerio de Educación visitó una escuela primaria. En su recorrido observó algo que le llamó poderosamente la atención: una maestra estaba atrincherada atrás de su escritorio, los alumnos hacían gran desorden; el cuadro era caótico. Entonces decidió intervenir:

- Permiso, soy el inspector del Ministerio...¿Hay algún problema?

- Estoy abrumada señor, no se qué hacer con estos chicos... No tengo láminas, el Ministerio no me manda material didáctico, no tengo nada nuevo que mostrarles ni qué decirles...

El inspector, que era un docente de alma, vio un corcho en el desordenado escritorio. Lo tomó y con aplomo se dirigió a los chicos:

- ¿Qué es esto?

- Un corcho señor... - gritaron los alumnos sorprendidos.

- Bien, ¿De dónde se hace el corcho?

- De un árbol .... de la madera...respondían animosos los niños.

- ¿Y qué se puede hacer con madera? continuaba entusiasta el docente.

- Sillas..., una mesa..., un barco...

- Bien, tenemos un barco. ¿Quién lo dibuja? ¿Quién hace un mapa en el pizarrón y coloca el puerto más cercano para nuestro barquito? Escriban a qué provincia pertenece. ¿Y cuál es el otro puerto más cercano? ¿A qué país corresponde? ¿Qué poeta conocen que allí nació? ¿Qué produce esta región? ¿Alguien recuerda una canción de este lugar?

Y así comenzó una tarea de geografía, de historia, de música, economía, literatura, religión, etc.

La maestra quedó impresionada.

Al terminar la clase le dijo conmovida: - Señor, nunca olvidaré lo que me enseñó hoy. Muchas gracias.

Pasó el tiempo. El inspector volvió a la escuela y buscó a la maestra.

Estaba acurrucada atrás de su escritorio, los alumnos otra vez en total desorden...

- Señorita....¿Qué pasó? ¿No se acuerda de mí?

- Sí señor, ¡cómo olvidarme! Qué suerte que regresó. No encuentro el corcho. ¿Dónde lo dejó?

 "La creatividad despierta el poder que duerme en nuestra imaginación; es osadía, aventura para descubrir y aprender de los cambios; es una respuesta hábil y no una impotencia explicada o reclamo por lo que nos falta".

 

Anécdota 6

En un pueblo grupo de personas se divertía a costa de un pobre hombre, que vivía de pequeñas dádivas y limosnas. Diariamente ellos llamaban al hombre al bar donde se reunían y le ofrecían escoger entre dos billetes: uno de 2 bolívares y otro de 50 bolívares.

Él siempre escogía el menos valioso, lo que era motivo de risas para todos.

Cierto día, uno de los miembros del grupo le llamó y le preguntó si todavía no había percibido que el billete de 2 bolívares valía menos.

- Lo sé, respondió, pero el día que escoja el otro, el jueguito se acaba y no voy a ganar nada.

Se pueden sacar varias conclusiones de esta pequeña historia.

1) Quién parece bobo, no siempre lo es.

2) ¿Cuáles eran los verdaderos bobos de la historia?

3) Si tú fueses ambicioso, acabarías cortando tu fuente de ingresos.

Pero la conclusión más interesante es quizás la siguiente: La percepción de que podemos estar bien, aún cuando los otros no tengan una buena opinión sobre nosotros mismos. Por lo tanto, lo que importa no es lo que piensan de nosotros, pero sí, lo que realmente somos.

El mayor placer de un hombre inteligente es aparentar ser bobo, delante de un bobo que aparenta ser inteligente.


Anécdota 7

Un joven desempleado solicita trabajo como limpiador de baños en Microsoft.

 

El director de los recursos humanos (RR. HH.) lo convoca para la entrevista, luego le hace pasar una prueba y le dice: estás reclutado, dame tu e-mail y te mandaré el formulario para ser llenado, así como la fecha para que empiece a trabajar.

 

El joven desesperado, contesta que no tiene computadora y tampoco tiene e-mail.

 

El director le dice entonces que lo lamenta, pero si no tiene e-mail, eso significa que virtualmente no existe y, como no existe, no puede darle el empleo.

 

El joven sale, triste, sin saber que hacer, con sólo 10 dólares en el bolsillo. Decide entonces ir al supermercado y comprar una caja de fresas.

 

Con paciencia logra vender todas sus fresas yendo de puerta en puerta y en menos de dos horas logra duplicar su capital. Repite tres veces la operación y regresa a casa con 60 dólares.

 

Se da cuenta entonces que puede vivir de esta manera. Sale de su casa más temprano cada día y regresa más tarde y así duplica su dinero cada día.

 

Poco tiempo después, se compra una furgoneta, luego la cambia por un camión y más adelante por una pequeña flota de vehículos de entrega.

 

Pasan cinco años...

 

El hombre ahora es propietario de uno de las más grandes redes de distribución de alimentos. Piensa entonces en el futuro de su familia y decide tomar un seguro de vida. Llama a un asegurador, escoge un plan de seguro y cuando termina la conversación, el asegurador le pide su e-mail para mandarle la propuesta.

 

El hombre le dice no tener e-mail. - Qué raro, contesta el asegurador, no tiene e-mail y logra construir este imperio. Imagínese donde estaría si tuviera un e-mail.

 

El hombre reflexiona y contesta: - Sería limpiador de baños en Microsoft.

 

·        Moraleja 1 de la historia: Internet no soluciona tu vida.

 

·        Moraleja 2 de la historia: Si no tienes un e-mail, pero trabajas mucho, quizás llegues a ser millonario.

 

·        Moraleja 3 de la historia: Si has recibido este mensaje por e-mail o lo has leído en Internet, estás más cercano de ser un limpiador de baños que de ser un millonario. Corre a vender fresas!

 


Anécdota 8

En cierta ocasión, un hombre caminaba por la playa en una noche de luna llena.

Iba pensando de esta forma: Si tuviera un carro nuevo, sería feliz. Si tuviera una casa grande, sería feliz. Si tuviera un excelente trabajo, sería feliz. Si tuviera una mujer perfecta, sería feliz.......

De repente tropezó con una bolsita llena de piedras. Al rato comenzó a arrojar las piedritas una por una al mar cada vez que decía: Si tuviera un carro nuevo, sería feliz. Si tuviera una casa grande, sería feliz. Si tuviera un excelente trabajo, sería feliz. Si tuviera una mujer perfecta, sería feliz.......

Así lo hizo hasta que solamente quedó una piedrita en la bolsita, que decidió guardar.

Al llegar a su casa percibió que aquella piedrita era en realidad un diamante muy valioso.

¿Te imaginas cuántos diamantes arrojó al mar sin detenerse a pensar?

Así son las personas: arrojan sus preciosos tesoros por estar esperando lo que creen perfecto o soñando y deseando lo que no tienen, sin darle valor a lo que tienen cerca de ellas. Si mirasen alrededor, deteniéndose a observar, percibirían lo afortunadas que son. Muy cerca de sí está su felicidad.

·        Cada piedrita debe ser observada, ya que puede ser un diamante valioso.

·        Cada uno de nuestros días puede ser considerado un diamante precioso, valioso e insustituible.

·        Depende de cada uno aprovecharlo o lanzarlo al mar del olvido para jamás recuperarlo.

·        ¿Y tú como estás lanzando tus piedritas? que pueden ser amores, amigos, trabajo, e inclusive tus mismos sueños...

·        "El mundo está en las manos de aquellos que tienen el valor de soñar y correr el riesgo de vivir sus sueños." (Paulo Coelho).


 

Anécdota 9


Usted está conduciendo su automóvil en una noche de tormenta terrible. Pasa por una parada de autobús donde se encuentran tres personas esperando:

1. Una anciana que parece a punto de morir.

2. Un viejo amigo que le salvó la vida una vez.

3. El hombre perfecto o la mujer de sus sueños.

¿A cuál de ellos llevaría en el automóvil, habida cuenta que sólo tiene sitio para un pasajero?

Piense la respuesta antes de seguir leyendo.

Se trata de un dilema ético-moral que una vez se utilizó en una entrevista de trabajo.

Usted podría llevar a la anciana, porque va a morir y por lo tanto debería salvarla primero; o podría llevar al amigo, ya que él salvó la vida una vez y usted está en deuda con él. Sin embargo, tal vez nunca vuelva a encontrar a la pareja perfecta de sus sueños.

El aspirante que fue contratado (de entre 200 candidatos) no dudó al dar su respuesta. Simplemente contestó: "Le daría las llaves del automóvil a mi amigo, y le pediría que llevara a la anciana al hospital, mientras yo me quedaría esperando el autobús con la mujer de mis sueños".

Moraleja: Debemos superar las aparentes limitaciones que nos plantean los problemas y aprender a pensar creativamente.

 

Anécdota 10

Un hombre trabajaba en una fábrica distante, a la cual llegaba todos los días en autobús. En una de las paradas subía una señora anciana, que siempre se sentaba junto a la ventana.

 

Ella abría la bolsa, sacaba un paquetito y se pasaba todo el viaje arrojando alguna cosa para fuera.

 

La escena siempre se repetía y un día, curioso, el hombre le preguntó qué arrojaba por la ventana.

 

- Tiro semillas. Respondió ella.

 

- ¿Semillas? ¿Semillas de qué?

 

- De flores. Es que veo para afuera y la calle está tan vacía... Me gustaría poder viajar viendo flores coloridas por todo el camino. ¡Cuán bello sería!

 

- Pero las semillas caen sobre el asfalto, son aplastadas por las ruedas de los carros, devoradas por los pájaros… ¿Cree usted señora, que las semillas germinarán a la orilla de la carretera?

 

- Así es, hijo mío. Aunque muchas se pierdan, algunas acaban cayendo en la tierra y con el tiempo van a brotar.

 

- Aún así... Demorarán en crecer... Necesitan agua...

 

- Ah, yo hago mi parte. Siempre hay días de lluvia. Y si alguien arroja las semillas, las flores nacerán.

 

Diciendo esto, se dio vuelta hacia la ventana y recomenzó su trabajo.

 

El hombre descendió luego más adelante, pensando que la señora ya estaba senil.

 

Un tiempo después, en el mismo autobús, el hombre al mirar para afuera percibió flores en la orilla del camino ... Muchas flores... ¡El paisaje colorido, perfumado y lindo!

 

Se acordó entonces de aquella señora. La buscó en vano. Le preguntó al chofer, que conocía a todos los pasajeros de viaje.

 

¿La viejecita de las semillas?.... pues, murió hace cerca de un mes.

 

El hombre se volvió a su lugar y continuó mirando el paisaje florido por la ventana.

 

Pensó: Quién diría, las flores han brotado! ¿Pero de qué le valió su trabajo? Murió y no pudo ver toda esta belleza.

 

En ese instante oyó las risas de una criatura. En el asiento de enfrente, una niña señalaba por la ventana, entusiasmada:

 

- ¡Mira qué lindo! Cuántas flores por el camino. ¿Cómo se llaman aquellas...?

 

Entonces el hombre entendió que aunque aquella señora no estaba ahí para ver lo que había hecho, hizo su parte, dejó su marca, la belleza para la contemplación y la felicidad de otras personas.

 

Al día siguiente, el hombre subió al autobús, se sentó junto a la ventana, sacó un paquetito de semillas del bolso... Y así dio continuidad a la Vida, sembrando con entusiasmo y alegría sus semillas...

 

El futuro depende de nuestras acciones presentes. Y si sembramos buenas semillas, los frutos serán igualmente buenos.

 

¿Has pensado en sembrar algunas semillas?

 


Anécdota 11

En mi primer día de clase en la Universidad, el profesor nos desafió a que nos presentásemos a alguien presente, pero que no conociésemos todavía. Me quedé de pie para mirar alrededor cuando una mano suave tocó mi hombro.

Miré para atrás y vi una pequeña señora, viejita y arrugada, sonriéndome radiante, con una sonrisa que iluminaba todo su ser.

Dijo: - "Hey, jovencito", mi nombre es Rosa. Tengo ochenta y siete años de edad... ¿Puedo darte un abrazo?"

Me reí y respondí: - "¡Claro que puede!" y ella me dio un fuerte apretón.

"¿Por qué está usted en la Universidad en tan tierna e inocente edad?", pregunté.

Respondió juguetona: - "Estoy aquí para encontrar un marido rico, casarme, tener un montón de hijos y entonces jubilarme y viajar".

"Está bromeando", le dije. Yo estaba curioso por saber que la había motivado a estudiar, siendo tan anciana y ella dijo:

"Siempre soñé con estudiar en la universidad, ¡y ahora lo estoy realizando!"

Después de clase seguimos conversando y así nos hicimos amigos.

Todos los días en los siguientes tres meses teníamos clase juntos y hablábamos sin parar. Yo quedaba siempre extasiado oyendo aquella "máquina del tiempo" compartir su experiencia y sabiduría conmigo.

En el curso de un año, Rosa se volvió muy popular y hacía amigos fácilmente dondequiera que iba.

Adoraba vestirse bien, y se reflejaba en la atención que le daban los otros estudiantes. Estaba disfrutando la vida...

Al final del semestre invitamos a Rosa a hablar en la fiesta de fin de curso. Fue presentada y se aproximó al podium. Cuando comenzó a leer su charla preparada, dejó caer tres de las cinco hojas al suelo. Frustrada y un poco embarazada, tomo el micrófono y dijo simplemente: "Discúlpenme, ¡estoy tan nerviosa! ... Nunca conseguiré colocar mis papeles en orden de nuevo, así que déjenme apenas hablar a Uds. sobre aquello que sé".

Mientras reíamos, ella despejo su garganta y comenzó: "No dejamos de jugar porque envejecemos, envejecemos porque dejamos de jugar".

"Existen solamente cuatro secretos para que continuemos jóvenes, felices y obteniendo éxito: Se necesita reír y encontrar humor en cada día. Se necesita tener un sueño, pues cuando se pierden, uno muere...¡Hay tantas personas caminando por ahí que están muertas y ni siquiera sospechan!

Hay una enorme diferencia entre envejecer y crecer... Si usted tiene diecinueve años de edad y se queda tirado en la cama por un año entero, sin hacer nada productivo, se quedará con sus veinte años... Si yo tengo ochenta y siete años y me quedo en la casa por un año y no hago nada especial, me quedaré con mis ochenta y ocho años... Cualquiera consigue hacerse más viejo. Eso no exige talento ni habilidad... La idea es crecer a través de la vida y encontrar siempre oportunidad en la novedad. Los viejos generalmente no se arrepienten por aquello que hicieron, sino por aquellas cosas que dejaron de hacer. Las únicas personas que tienen miedo de la muerte son aquellas que tienen "remordimientos"...

Al finalizar ese año, Rosa se graduó en la Universidad en la carrera que había empezado años atrás. Una semana después de graduarse, Rosa murió tranquilamente durante el sueño. Más de dos mil alumnos de la Universidad fueron a su funeral en tributo a la maravillosa mujer que enseñó, a través del ejemplo, que "nunca es demasiado tarde para ser todo aquello que uno puede probablemente ser".

"ENVEJECER ES OBLIGATORIO, CRECER ES OPCIONAL"


Anécdota 12

Los japoneses siempre han gustado del pescado fresco. Pero las aguas cercanas a Japón no tienen casi peces. Así que para alimentar a la población japonesa, los barcos pesqueros se fabricaban más grandes para ir mar adentro.

 

Pero mientras más lejos iban los pescadores, más era el tiempo que les tomaba regresar a entregar el pescado.

 

Si el viaje tomaba varios días, el pescado ya no estaba fresco.

 

Para resolver el problema, las compañías instalaron congeladores en los barcos pesqueros. Así podían pescar y poner los pescados en los congeladores.

 

Sin embargo, los japoneses podían percibir la diferencia entre el pescado congelado y el fresco, y no les gustaba el congelado, que, por lo tanto, se tenían que vender más barato.

 

Las compañías instalaron entonces en los barcos tanques para los peces. Podían así pescar los peces, meterlos en los tanques y mantenerlos vivos hasta llegar a la costa. Pero después de un tiempo, los peces dejaban de moverse en el tanque.

 

Estaban aburridos y cansados, aunque vivos.

 

Los japoneses también notaron la diferencia del sabor porque, cuando lo s peces dejan de moverse por días, pierden el sabor fresco ...

 

y ¿cómo resolvieron el problema las compañías japonesas?

 

Y ¿cómo consiguieron traer pescado con sabor de pescado fresco?

 

Si las compañías japonesas te pidieran asesoría, ¿qué les recomendarías?

 

Mientras piensas en la solución.... lee lo que sigue:

 

Tan pronto una persona alcanza sus metas, tales como empezar una nueva empresa, pagar sus deudas, encontrar una pareja maravillosa, o lo que sea, empieza a perder la pasión. Ya no necesitará esforzarse tanto. Así que solo se relaja.

 

Experimentan el mismo problema que las personas que ganan la lotería, o de quienes heredan mucho dinero y nunca maduran, o de quienes se quedan en casa y se hacen adictos a los medicamentos para la depresión o la ansiedad.

 

Como el problema de los pescadores japoneses, la solución es sencilla.

 

Lo dijo L. Ron Hubbard a principios de los años 50: “Las personas prosperan más cuando hay desafíos en su medio ambiente" .

 

Para mantener el sabor fresco de los peces, las compañías pesqueras ponen a los peces dentro de los tanques en los botes, pero ahora ponen también un pequeño tiburón! Claro que el tiburón se come algunos peces, pero los demás llegan muy, pero muy vivos.

 

¡Los peces son desafiados! Tienen que nadar durante todo el trayecto dentro del tanque, ¡para mantenerse vivos!

 

Cuando alcances tus metas proponte otras mayores. Nunca debes crear el éxito para luego acostarte en él.

 

Así que, invita un tiburón a tu tanque, y descubre que tan lejos realmente puedes llegar.

 

Unos cuantos tiburones te harán conocer tu potencial para seguir vivo y haciendo lo que mejor haces, de la mejor manera posible!!

 

Y si ya los encuentras en el tanque, déjalos que se muerdan entre sí, que no te asusten sus dientes ni sus trampas...tu sigue alerta, pero siempre "fresco".

 

Siempre habrá tiburones adonde vayas...

 


Anécdota 13

Un hombre de negocios norteamericano estaba en el embarcadero de un pueblecito costero de México cuando llegó un barco con un solo tripulante y lleno de pescado fresco.

 

El norteamericano felicitó al mexicano por la calidad del pescado y le preguntó cuánto tiempo había tardado en pescarlo.

 

El mexicano replicó: Oh! Sólo un ratito.

 

Entonces el norteamericano le preguntó por qué no se había quedado más tiempo para coger más peces.

 

El mexicano dijo que ya tenía suficiente para las necesidades de su familia.

 

El norteamericano volvió a preguntar: ¿Y qué hace usted entonces con el resto de su tiempo?

 

- El mexicano contestó: - Duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, duermo la siesta con mi mujer, voy cada tarde al pueblo a tomar unas copas y a tocar la guitarra con los amigos. Tengo una vida plena y ocupada, señor.

 

- El norteamericano dijo con tono burlón: - Soy graduado de Harvard y le podría echar una mano. Debería dedicar más tiempo a la pesca y con las ganancias comprarse un barco más grande. Con los beneficios que le reportaría una barca más grande, podría comprar varios barcos. Con el tiempo, podría hacerse con una flotilla de barcos de pesca. En vez de vender su captura a un intermediado, se la podría vender al mayorista; incluso podría llegar a tener su propia fábrica de conservas. Controlaría el producto, el proceso industrial y la comercialización. Tendría que irse de esta aldea y mudarse a Ciudad de México, luego a Los Ángeles y finalmente a Nueva York, donde dirigiría su propia empresa en expansión.

 

- Pero señor, ¿cuánto tiempo tardaría todo eso?

 

- De quince a veinte años.

 

- Y luego ¿qué?

 

- El norteamericano soltó una carcajada y dijo que eso era la mejor parte:

 

- Cuando llegue el momento oportuno, puede vender la empresa en la bolsa y hacerse muy rico. Ganaría millones.

 

- ¿Millones, señor? Y luego ¿qué?

 

- Luego se podría retirar. Irse a un pequeño pueblo costero donde podría dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con sus nietos, hacer la siesta con su mujer e irse de paseo al pueblo por las tardes a tomar unas copas y tocar la guitarra con sus amigos.

 

- Bueno, pero eso es lo que hago ahora señor ¿Por qué tengo que esperar veinte años?